Los servicios del ecosistema, servicios ecosistémicos o servicios ambientales son recursos o procesos de los ecosistemas naturales (bienes y servicios) que benefician a los seres humanos.
Incluye productos como agua potable limpia y procesos tales como la descomposición de desechos. Mientras que los ecólogos y otros científicos han discutido los servicios del ecosistema durante décadas, estos servicios se han popularizado y sus definiciones fueron formalizadas por la Evaluación de los Ecosistemas del Milenio (EM) organizada por las Naciones Unidas en 2005. Un estudio de cuatro años que involucró a más de 1300 científicos del mundo entero.
Con esto se agruparon los servicios de ecosistemas en cuatro categorías amplias: aprovisionamiento (como la producción de agua y de alimentos), regulación (control del clima y de las enfermedades), apoyo (para los ciclos de nutrientes y la polinización de cultivos) y cultural (beneficios espirituales y recreativos).
Los efectos del calentamiento global y otras actividades que destruyen y dañan los ecosistemas (como la deforestación) degradan los servicios ambientales.
Existen muchas propuestas políticas para frenar, mitigar o contrarrestar estas actividades y sus efectos. Algunas propuestas incluyen la asignación de un valor económico a los servicios de los ecosistemas, en general con miras al establecimiento de algún sistema de acuerdo entre los actores privados y los estados para compensar a aquellos propietarios privados cuya tierra preste servicios ecosistémicos. Los ejemplos incluyen los mercados de biodiversidad o los pagos por servicios ambientales.
Los sectores económicos también se benefician de los servicios ambientales, especialmente en las actividades agrícolas, en la industria forestal y la pesca. Estos sectores también son los que más impactos negativos tienen sobre los servicios ambientales.
El término fue introducido por Robert Costanza y sus colaboradores en trabajos científicos orientados a valorar el medio natural en un lenguaje compatible con el de la Economía estándar, que rechaza hablar de valor si no es en términos estrictamente monetarios y relativos a transacciones. Regularmente, los servicios ambientales son gratuitos para la gente que disfruta de ellos, mientras que los dueños y poseedores de las tierras donde estos se dan, que los proveen, no son compensados en forma alguna por ello.